Todos necesitamos tiempo.
Tiempo para sanar, para pensar, para estar solos, para tomar una decisión, para afrontar las cosas. Porque no podemos hacer todo rápido, no podemos afrontar una perdida, ni tomar una decisión en un segundo.
Porque hay decisiones, hay pequeñas cosas que pueden hacer que nuestra vida cambie para siempre.
Necesitamos tiempo, para todo.
El problema es que no tenemos tiempo.
No podemos estar solos siempre , ni afrontar las cosas con el tiempo que quisiéramos, no podemos afrontar y tomar una decisión en el tiempo deseado.
Porque la vida se nos va.
Y se supone que tenemos que vivirla al máximo, no?
Parece imposible poder hacer las dos cosas, parece imposible "vivir la vida al máximo" cuando tenemos que tomar decisiones muy importantes, cuando queremos enfriar momentos o despedirnos de alguien.
Parece que el tiempo se va, corre, todo sigue y nosotros estamos parados en medio de una avenida y en contra de la corriente, sin poder ni siquiera responder o movernos, sin ni siquiera movernos.
Quizás necesitemos un tiempo para reflexionar y estar tranquilos hasta darnos cuenta de que tenemos que seguir adelante.
Quizás las decisiones las tomamos como nos parezca, y nos equivocaremos una y mil veces, porque la vida se trata de eso.
Caerse y pararse cuantas veces sea necesario.


Gracias al calendario volvemos a empezar todos los años. Sólo hay que esperar a Enero. La recompensa por sobrevivir a la Navidad es el año nuevo que viene acompañado de los tradicionales buenos propósitos, dejas atrás el pasado y vuelves a empezar. Es difícil resistirse a la oportunidad de empezar de nuevo, de dejar tus antiguos problemas a un lado.


Quien decide cuando acaba lo viejo y empieza lo nuevo no es un día del calendario, ni un cumpleaños, ni un nuevo año. Es un acontecimiento grande o pequeño algo que nos cambia que nos da esperanzas. Una nueva forma de vivir y contemplar el mundo, para dejar marchar los viejos hábitos, los recuerdos. Lo importante es saber que siempre se puede volver a empezar, aunque también es importante recordar que entre todo lo malo siempre hay cosas a las que merece la pena aferrarse.



La entrega nos da terror. Cada vez que entregamos nuestro corazón la pasamos mal. Ya está en tal mal estado que aunque no queramos volver a usarlo no sirve ni para venderse por Mercado Libre. El problema es que siempre cae alguien a casa y lo ve a un costado tirado y nos pregunta por qué no lo usamos más. Le decimos que no sirve, que intentamos hacerlo andar hace tiempo pero que no funciona y que si no lo tiramos es por nostalgia. “Yo te lo arreglo”.

Dejarse arreglar. Permitirle al otro la oportunidad de hacernos volver a sentir que quizás lo nuestro tiene solución. Que no estamos tan jodidos como creemos. O tal vez sí, pero que podemos sanar si creemos que el esfuerzo vale la pena. Y si del otro lado están intentando arreglarnos para sentirnos mejor ¿cómo no lo va a valer?

Y entonces pasa de nuevo. Eso de sonreírle a casi todos los electrodomésticos. Sonreírle a la computadora porque se conectó o al celular porque nos llegó un mensaje de texto nos hace sentir imbéciles al principio. Parte importante de arreglarnos es ayudarnos a recordar cómo era sentirse bien atendido y olvidarnos de eso a lo que estábamos acostumbrados, eso de deshojar margaritas.

Quizas mañana vaya y le diga “te quiero” sin pensar tanto las cosas. Se lo merece por arreglarme. También se lo merecen las margaritas. Ya es hora de dejarlas tranquilas.

BY ZABO.


Pasare por ti esta noche ya conozco se memoria el camino hacia tu casa, donde fui feliz un día y hoy soy una visita mas. Tu cuarto tiene llave, por si atacan los recuerdos y nos da por recordar.

Se supone que por ti no sienta nada, que el pasado no pesa ya. Se supone que es muy fácil repetir que bien me va, aunque por dentro me este muriendo.


Se supone que mejor fue separarnos, que la vida debe continuar.

Se supone que ya no me importa quien te besara, esa es mi pena por suponer que te podría olvidar.



La vida ya es dura de por si, por que nos metemos en mas líos, por esa necesidad de pulsar el botón de autodestrucción. Puede que nos guste el dolor, quizás nazcamos con el, porque sin el, no se, quizás no nos sentiríamos reales, porque siempre tropezamos con la misma piedra, porque uno se siente bien cuando deja de hacerlo.
Hace dos siglos Benjamín Franklin reveló al mundo el secreto de su éxito, nunca dejes para mañana, dijo, lo que puedas hacer hoy. El descubrió la electricidad, la gente debería prestar atención a las cosas que dijo, no se porque siempre posponemos todo pero si tuviera que adivinarlo diría que tiene mucho que ver con el miedo, el miedo al fracaso, el miedo al dolor, el miedo al rechazo. A veces es miedo a tomar una decisión, porque y si te equivocas y si cometes un error sin solución. Sea lo que sea lo que nos da miedo, una cosa es cierta: cuando el dolor de no hacer algo es más insoportable que el miedo a hacerlo.
El pájaro mas rápido atrapará al gusano, una decisión a tiempo salvará vidas. Quien duda esta perdido, no podemos fingir que no nos lo dijeron, todos hemos oido los proverbios, a los filósofos, a nuestros abuelos advirtiéndonos sobre el tiempo perdido, hemos oído los poetas malditos instándonos a vivir el momento, aunque a veces debemos escucharnos a nosotros mismos. Debemos cometer nuestros propios errores, debemos aprender nuestras propias lecciones, debemos dejar las posibilidades de hoy bajo la alfombra del mañana hasta que no podamos mas, hasta que comprendamos por fin lo que Benjamín Franklin quería decir, que es mejor saber que preguntarse, que despertar es mejor que dormir y que fracasar o cometer un error enorme es mucho mejor que no haberlo intentado.

La comunicación es una de las primeras cosas que aprendemos en la vida, es curioso que conforme vamos creciendo y asimilando palabras y aprendiendo hablar menos sabemos que decir o como pedir lo que queremos de verdad.
Al final no puedes evitar hablar de ciertas cosas, hay cosas que no queremos escuchar, a veces hablamos porque no podemos estar callados más tiempo. Hay cosas que exceden a las palabras, son productos de la acción, a veces hablas porque no hay alternativa. Otras cosas te las reservas y no siempre, pero de cuando en cuando, algunas cosas hablan por si solas.

Porque hice todo, porque intenté todo.
Porque intenté tener buen humor, porque intenté ser fría, intenté no llorar, intenté llorar.
Porque intenté arreglar las cosas, por mas que fuera imposible.
Porque escuché tus lagrimas y te ayudé, porque te escuché reír y te envidié.
Porque ya no quedaba nada, porque ya nada intentaba.
Porque intenté adaptarme y no lo logré, intente desaparecer y tampoco lo logré.
Porque intenté callar todo lo que tenía adentro y mágicamente lo vomitaba.
Porque ya no tenía nada adentro, porque había dado todo.
Porque me dí cuenta de que lo que yo necesitaba hacer para estar nuevamente viva era ser esa clase de persona que odio.
Porque ahí entendí que no tenía arreglo.
Porque me convertí en un desorden.
Porque entendí que desaparecí, y fue por tu culpa.

Es un mundo de ilusiones mi parque de depresiones no te asustes,abre 
solo para vos.