Los días van pasando vos ni te das cuenta y de pronto, primavera. La vida va cambiando silenciosamente, pero un día abrís los ojos y ves que todo cambió.
Pero no solo la vida cambia sino que también cambia nuestra manera de ver la vida. Un día te das cuenta que lo que ayer veías de una manera hoy lo ves de otra. Cosas que antes ni veías de pronto las empezas a ver en todos lados. Es como un despertar. Y cuando eso se despierta todo cambió, no se puede frenar, como la primavera.
Y cuando cambió la vida y tu manera de ver la vida ya nada se puede hacer. Es tiempo de cambios.
Hay cambios que llevan tiempo, pero a veces es tiempo de cambiar. A veces hay que ponerse los pantalones largos, tomar la iniciativa y hacer el cambio.
Saber a qué cambios o cuando es tiempo de cambiar es algo muy difícil, pero tal vez de eso se trate ser adulto.
Hay una gran diferencia en darle tiempo a algo y dejar pasar el tiempo. Darle tiempo a algo es dejarlo madurar, es tener la valentía de saber esperar. Dejar pasar el tiempo es tener la cobardía de no hacer lo que queres hacer cuando lo queres hacer.
Que el tiempo pase y el cuerpo te cambie es natural, no dejar pasar el tiempo y cambiar eso es madurar.
Madurar es tal vez aceptar los cambios que vienen con el tiempo y saber cuándo es tiempo de cambiar. Por eso es tan difícil ser adulto, porque no es una cuestión de edad, podes tener 15 y ser muy maduro o tener 50 y ser infantil.
Yo era una nena que se negaba a aceptar que había cambiado, hoy quiero ser una mujer que sabe cuándo es tiempo de cambiar.
Tal vez hoy deje de ser una nena y aprenda a aceptar los cambios que trae el tiempo y aprenda a distinguir cuando es tiempo de cambiar.